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Historia del Mueble (5): Renacimiento

El estilo renacentista nace en Italia, en Florencia, principalmente, en Roma y Venecia. 
“Al Renacimiento se entra por la puerta del baptisterio de Florencia. Esta puerta, cincelada por Miguel Ángel, encierra dos verdades: el Renacimiento nace en Florencia y los artistas trabajan en los muebles”
La influencia de los artistas de la época se dejará notar tanto en la decoración de muebles majestuosos como en los modelos más tradicionales (camas, arcones y armarios con columnas, zócalos, espejuelos incrustados, relieves, molduras…).  La técnica de la pastiglia – técnica decorativa en relieve a base de yeso y cola-, la taracea (o intarsia) y la talla experimentan un gran impulso. Esta última será utilizada para crear escenas figurativas y elementos decorativos como columnas, pilastras, balaustradas y molduras. A partir del siglo XVI la talla se convirtió en la forma decorativa más apreciada.


La madera más utilizada durante los siglos XV y XVI para los muebles de calidad será el nogal. Los muebles suelen rematarse con unos sólidos pies que representan las garras del león, un símbolo de fuerza.

El modelo estilístico del Renacimiento no influirá en el mobiliario inglés hasta la segunda mitad del siglo XVI. Sin embargo, la utilización del torno y la talla, permitirán al mobiliario isabelino definirse como un estilo propiamente dicho. Tampoco faltará en sus muebles la decoración de taracea. En las sillas con brazos, los respaldos estarán decorados con bajorrelieves que reproducen escudos nobiliarios y figuras heráldicas. Las maderas más utilizadas son el olmo, fresno, nogal y encina.

Durante el reinado de Isabel I, la comodidad cedió ante el lujo, recargado en ocasiones, y se difundió el uso de los muebles tapizados. Las mesas con tablero de mármol, por ejemplo, fueron una novedad muy apreciada, pero también surge la moda de encargar juegos completos de mobiliario con el mismo material. La propia reina, cuentan los historiadores, encargó “un conjunto de 19 sillas, 6 taburetes altos, 24 escabeles cuadrados y 11 escañuelos tapizados”.

El mobiliario y los modos decorativos italianos influyeron notablemente en Francia y en España, si bien en este caso la influencia fue recíproca bajo los Habsburgo (tras la batalla de Pavía, 1525). Por esta época, ya en Italia los muebles no se trasladaban de una residencia a otra, sino que tenían un emplazamiento fijo, una costumbre que todavía tardaría en ser copiada.

En Francia, el interés por la decoración de talla, llevó a los artesanos y mueblistas galos a sustituir la madera de roble por la de nogal (a partir del año 1530), para conseguir un trabajo más delicado. Durante el Renacimiento francés destacaron los muebles del estilo Luis XIII, los escritorios, las arcas, cabezales de las camas o camas con dosel, y las mesas extensible.

España, por su parte, se mostró más reacia a las ideas renacentistas que llegaban desde Italia. Aferrados a muchas de sus ideas, mantuvieron, por ejemplo, la costumbre de sentarse en cojines sobre el piso (clara referencia musulmana), en lugar de utilizar las sillas. Influencia que también pervive en la decoración del mobiliario, con taraceas de hueso, marfil, ébano y madera de boj, de formas geométricas. El mueble español, además, tendía a ser macizo y poco refinado. Con frecuencia se empleaba el cuero (por ejemplo, en el denominado sillón frailero) y las charnelas y abrazaderas de hierro en las mesas plegables.

En la España del siglo XVI, el mueble más representativo, y pieza clave de la historia del mueble en nuestro país, es el bargueño -debe su nombre a que se empezó a construir en el pueblo de Bargas (Toledo)-, constituido por un arca sobre un elemento de apoyo, con una tapa abatible. Permite guardar objetos y utilizar su superficie para escribir. Es el antecesor del secrétaire o abattant francés del siglo XVIII.



El bargueño más común, según recogen algunos historiadores, era el de taracea, incrustación de materiales, pero también los había constituidos por cajoncillos y los más renacentistas, con cajones y puertas con motivos ornamentales de fachadas de edificios.Los alemanes imitaron el bargueño con la arquemisa. Otro de los muebles singulares de esta época en España será el sillón frailero, también conocido como sillón de caderas, formado por maderas curvadas que se unen a media madera en un círculo central.

No obstante, algunos de los muebles españoles del siglo XVI tenían un incalculable valor al estar realizados en plata, procedente de las Indias, y cuyo uso en el mobiliario llegó a ser habitual. También de América llegaron nuevas maderas a España, como el cedro y la caoba.

En la primera mitad del siglo XVII surge el estilo Luis XIII, que habría de durar unos cincuenta años y estuvo caracterizado por la decoración a base de motivos naturalistas o geométricos, así como el uso del revestimiento de tela, tanto en las paredes como en los muebles. Entre el mobiliario de la época, la conocida como silla Luis XIII, sin brazos, torneada y tapizada. Son característicos los travesaños en forma de H que unen sus patas, torneados como el resto de las piezas exteriores de madera. Precisamente, el torneado tendrá marcada presencia en el estilo Luis XIII caracterizando fundamentalmente las patas y las mesas.

Otra de las piezas es el cabinet, bargueño francés, la manifestación más original de esta época. Muy trabajado, a base de tallas y torneados, está formado por un cuerpo superior con dos puertas y sustentado sobre parejas de dos o más patas unidas por travesaños. El interior, a su vez, está dividido en numerosos compartimentos. Durante este período, los muebles de lujo, aquellos que eran ricamente decorados, los realiza una nueva categoría de artesanos, símbolo del posterior y suntuoso estilo Luis XIV, los ebanistas (carpintero de maderas preciosas).

[Historia del mueble]
Los muebles en el mundo antiguo
La Edad Media
Mueble Gótico
Del mudéjar al Fernandino

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